Communiqué
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La ‘maldición del vudú’ mantiene a las víctimas de trata en situación de esclavitud

Bamako – El oro constituye la principal exportación de Mali y representa al menos un 60% del total de las exportaciones de ese país, convirtiéndolo en el tercer exportador de oro de África, tras Sudáfrica y Ghana. La minería informal, a pequeña escala y que se puede practicar con tecnología de poca complejidad – también conocida como minería artesanal – si bien en gran medida sigue sin ser regulada representa al menos un tercio de la producción total de oro de Mali. Año tras año ese sector – que ha visto un aumento en su actividad desde 2012 – atrae a miles de hombres y  jóvenes procedentes de toda la región, creando una demanda de trabajadoras sexuales para satisfacer las necesidades de quienes pasan meses, y a veces años, alejados de sus esposas que se han quedado en casa. Y cada año, mujeres y jóvenes como Loveth son víctimas de trata desde países vecinos y forzadas a ejercer la prostitución y la esclavitud sexual. Loveth es originaria del Estado de Edo en Nigeria, y ahora vive a más de 2.000 kilómetros, en Koflatiè, que es un asentamiento informal localizado en una zona minera al sudoeste de Mali. Loveth se fue de Nigeria en 2017 a la búsqueda de mejores oportunidades. En un rincón de la choza de Loveth hecha con lona negra, hierro corrugado y madera, la sopa ogbonno, un plato tradicional de Nigeria se cuece a fuego lento en una olla de acero. Cuando no trabaja, a Loveth le encanta preparar comida usando las recetas de su madre. “En Nigeria se me acercó una mujer que me ofreció llevarme hasta Mali. Me dijo que yo iba a conseguir trabajo. Pero yo no sabía que me estaba metiendo en todo esto,” explica Loveth. “Cuando llegué a Mali, la “madama” [alcahueta] se apoderó de mi pasaporte y dijo que yo debía pagarle un millón de CFA [equivalentes a 2.000 dólares] para poder recuperarlo y que la única manera de devolverle ese dinero era por medio del ejercicio de la prostitución. Le dije que no por mi hijo,” relata. John* (nombre cambiado), el hijo de Loveth de un año de edad, se encontraba junto a Loveth en su peligroso viaje a través de Mali. “Después de cierto tiempo, no pude ya pagar mi renta. No podía viajar de vuelta a casa. No tenía un centavo. No tenía mi pasaporte. Y por todos estos motivos fue que finalmente ya no pude resistir la presión de esta mujer”. Lo que ocurrió después es lo que le ha ocurrido a aproximadamente 20.000 mujeres y jóvenes nigerianas en Mali, de acuerdo con la Agencia Nacional de Nigeria para la Prohibición de la Trata de Personas (NAPTIP por su sigla en inglés). Cuando sus ahorros se terminaron, Loveth no tuvo más opción que prostituirse para poder juntar con lo recaudado el dinero que le reclamaban para poder ser liberada. “Había pagado la mitad del dinero antes de lograr escapar”, agrega. Loveth aún no había podido recuperar su pasaporte cuando pudo escapar de la madama. Actualmente trabaja como camarera en un bar que es propiedad de una sobreviviente de trata de origen nigeriano, que se estableció en las afueras de Koflatiè. Su plan es quedarse en Mali por el momento, pero tiene la esperanza de poder retornar a su hogar para recomenzar su vida. De acuerdo con informes de primera mano del personal de la OIM, Loveth se encuentra entre las miles de jóvenes de Nigeria vulnerables a la trata de personas y la explotación sexual en el entorno de las zonas de minería artesanal en Mali. Los equipos de la OIM han podido saber que muchas de estas víctimas son menores de edad y fueron engañadas para viajar a Mali por medio de falsas promesas de conseguir un trabajo estable o diciéndoles que las llevarían a Europa. La esclavitud es un método muy común usado por los tratantes para coaccionar a sus víctimas y ejercer control sobre ellas. Algunas, como en el caso de Loveth, son victimizadas por medio de la esclavitud por deuda. Pero otras quedan atrapadas luego de que sus documentos de viaje fueron confiscados. Y en otros casos, por medio de la maldición del vudú por la que las víctimas de trata son obligadas a firmar un contrato moral con los tratantes que financian su viaje. El contrato es sellado por un cura espiritual o ‘doctor nativo’ a quien se le promete nunca denunciar a sus tratantes a la policía, obedecer a la ‘madama’ y pagar la deuda en su totalidad. Las víctimas por consiguiente viven con el constante temor de sufrir represalias por todo esto – incluyendo su muerte o la de algún ser querido – en el supuesto caso de que violaran la mencionada promesa. Para quienes son objeto de trata hacia Europa, en especial hacia Italia, la deuda a veces alcanza una cifra cercana a los 50.000 euros. La tendencia respecto de la trata de jóvenes de Nigeria para explotación sexual ha sido capturada en los últimos informes de la OIM sobre trata de personas a lo largo de la Ruta Central del Mediterráneo. En 2017, de los 119.000 migrantes que llegaron a Italia, 18.185 eran nigerianos y 5.425 eran mujeres. La OIM Italia estima que el 80% de estas mujeres eran potenciales víctimas de trata y que el 94 % procedían del Estado de Edo. Este año, para poder paliar la falta de datos sobre la explotación de migrantes en las minas, la OIM está llevando adelante un estudio sobre la Migración Hacia Sitios de Minería Artesanal en Mali y en otros países de África Occidental, financiado por el Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido (DFID por su sigla en inglés). Las conclusiones de tal estudio ayudarán a que la OIM comprenda mejor la dinámica de la migración en relación a las actividades de minería de oro en la región y que se les brinde a los actores claves un estudio basado en evidencias que les permita dar forma a sus políticas, estrategias y respuestas. Para mayor información por favor contactar a Florence Kim en la Oficina Regional para África Central y Occidental, Tel: +221 786 206 213, Email: fkim@iom.int